Los calabacines son imprescindibles en cualquier huerto familiar que se precie. Todo lo que necesitan es un poco de espacio y suficiente atención.
Por qué cultivar calabacines
Los calabacines son verduras de verano muy versátiles y populares en la cocina. Sanas y versátiles, se pueden cocinar de muchas formas distintas: a la plancha, salteadas, al horno o como ingredientes de sopas, guisos y ensaladas.
Son una hortaliza que no puede faltar si quieres empezar un huerto en tu balcón o en tu jardín, ya que sus valores nutricionales son muy apreciados. En efecto, son bajas en calorías y ricas en nutrientes esenciales. Contienen vitamina C, vitamina A, vitamina K, vitamina B6, folato y minerales como el potasio y el manganeso.
Al estar compuestas en su mayor parte por agua, son una opción ideal para mantener la hidratación corporal durante los meses de verano. Además, al contener fibra, ayudan a regular la función intestinal, favoreciendo la saciedad y contribuyendo al control del peso.
Aunque no son especialmente difíciles de cultivar en interior, los calabacines requieren algunos cuidados para crecer sanos y florecientes. Veamos cuáles.
Cómo cultivarlas
Para empezar tu huerto casero, necesitarás un poco de tierra, recipientes de plástico (por ejemplo, vasos desechables) y semillas de calabacín. En cada vaso, coloca un poco de tierra y, una semilla de calabacín. En sólo tres días, la semilla empezará a brotar. En una semana, verás brotar las primeras hojas.
Llegados a este punto, es el momento de transferirlos a macetas más grandes que sean lo suficientemente profundas para que se desarrollen las raíces. En cada maceta, colocarás el plantón de calabacín en el que hayan brotado hojas y raíces. Para proteger el plantón y permitir que crezca fuerte y sano, utiliza mantillo o espolvorea la tierra de la maceta con paja.
Cuando empiecen a brotar más hojas, añade un palo para que la planta crezca recta. Pode periódicamente las hojas que le parezcan secas. Llegados a este punto del crecimiento de la planta, puedes retirar el mantillo y proceder con fertilizante. Entre los mejores que existen está el elaborado con proteínas extraídas del pescado. Vuelva a colocar el mantillo y riegue abundantemente.
Cuando llegue el momento, la planta empezará a dar sus primeras flores, a las que sólo seguirán los frutos si se produce la polinización. Para facilitarla, puedes utilizar un bastoncillo de algodón y extraer el polen de las flores.
Al cabo de unos 70 días, verás brotar los pequeños frutos. Pasados los 100 días, sus calabacines domésticos estarán listos para ser cogidos de la planta y cocinados. Obtendrá fácilmente una hortaliza ecológica de km 0.